Las sillas clásicas de comedor vuelven a estar de moda

Sí, las sillas clásicas de comedor vuelven a estar de moda. O quizá sería más correcto decir que nunca dejaron de estarlo. Bien por la tendencia de recuperar lo clásico tal cual o bien por la intención de adaptarlo a través de estilos retro-modernos, lo cierto es que hay ciertos modelos que podrían encajar en cualquier tipo de estancia actual.

Uno de los ejemplos de cómo un modelo clásico se puede adaptar a un comedor moderno es el Alena. Su acabado en piel de alta calidad conecta con el gusto de los años 50, 60 ó 70, pero sus líneas rectas y desnudas conectan con las estancias contemporáneas, donde la reducción de los detalles al mínimo imprescindible es una máxima.

Otra de las formas que tienen las sillas clásicas de reinventarse es a través de los tapizados. Los diseños florales y vegetales, tan en boga hace unas cuantas décadas, han vuelto para quedarse, imprimiendo al mobiliario y al comedor en general un estilo vintage muy característico. Prueba de ello puede ser el modelo Dalí, de flores negras sobre fondo blanco.

Las sillas clásicas de comedor más puras

Pero si hablamos de sillas clásicas 100%, rápidamente nos vienen a la mente aquellos modelos fabricados en mimbre y que bien podrían haber sido realizados por las manos de un artesano. Este material, muy habitual en los entornos rurales, ha encontrado también su hueco en la gran ciudad, sobre todo en los apartamentos y las casas de estilo más tradicional. Las sillas Luca, que precisamente combinan el mimbre con otro material clásico como es la madera, son buen ejemplo de ello.

Y para el final hemos dejado el asiento clásico por antonomasia: las mecedoras. Estas cómodas sillas, utilizadas habitualmente por nuestras madres o abuelas para coser o para leer relajadamente, también se pueden encontrar hoy día. En el catálogo de Homy destaca el modelo M41, con tapizado de piel y estructura de madera en color roble.

Por tanto, motivos para recuperar las sillas clásicas de comedor no faltan, sea cual sea el gusto personal de cada inquilino, al menos si se tiene una sensibilidad especial por lo tradicional.